martes, 16 de junio de 2015

HUITLACOCHE

Hoy es mi cumpleaños. Me felicitan y desde muy temprano, me cantan "las mañanitas" por teléfono. Durante catorce años desperté con mi perrito negro cerca de mi, con ese gran cariño a mi lado que nadie puede dar de esa manera. Quiero escribirle un homenaje, lo he pospuesto y hoy es el mejor momento. 

Ya no podía estar junto a mi en esta tierra. Lo acompañé hasta el final. Ha pasado un mes y diez días de su partida. Lo último que miró y sintió fue a mi: a quien más amaba. No es presunción, simplemente estoy segura de eso: ¡Huitla, mi Huitla! En el lugar donde lo colocaron para ponerle la inyección letal, había una ventana y se miraba una higuera muy verde, también se escuchaban cantos de pájaros. Le dije: "Te vas con ésto tan lindo que miras y escuchas por última vez". 

Su amor por mi fue incomparable y estoy segura que en todo momento fue bien correspondido. Me despedí, lo abracé y lo besé hasta que su corazón, que siempre latía tan fuerte por la arritmia que lo acompañó toda su vida, se detuvo. Fue perdiendo calor más y más, y más... Aún así, quería estar con él hasta que su muerte fuera más que evidente. 

Adiós a mi amigo y compañero que celebraba mi llegada con ladridos agudos, casi molestos y con "fiestas" en busca de un calcetín o lo que fuera, para zarandearlo y ofrecérmelo después; a quien me esperaba impaciente tras la puerta hasta que terminara de bañarme y después daba un brinco para echarse sobre mi ropa limpia, encima de la cama. Cuando me quedaba en casa siempre buscó mi cercanía. Junto a mi, junto a mi, junto a mi. ¿Será que está conmigo de otra manera? En verdad, eso quisiera.


The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.
Elizabeth Bishop (fragmento)