jueves, 24 de octubre de 2019

CRUELDAD Y MACHISMO

No hay nada más peligroso que una persona cruel, convencida de que es una buena persona

El autoconocimiento es una de las cosas más importantes a las que debemos aspirar como seres en desarrollo, es lo que nos permite a ciencia cierta saber cuáles son nuestras fortalezas y cuáles son nuestras oportunidades de mejorar, nos permite adquirir las herramientas necesarias para interactuar de forma adecuada con nuestro entorno y nos da la oportunidad de trabajar por una mejor versión de nosotros mismos en el transcurso de nuestras vidas.
Muchas veces ocurre que las virtudes o defectos son evidentes para el mundo entero, menos para quienes los portan. Cuando hablamos de las virtudes, el desconocimiento no genera ningún tipo de daño colateral, solo sentirá el beneficio de la buena acción y a lo largo de su vida recolectará el fruto de lo sembrado a través de esas virtudes.
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Sin embargo, cuando una persona es específicamente cruel y lo desconoce, no lo asume o sencillamente se siente en balance una buena persona, puede generar muchos problemas a quienes la rodean, ya que actuará desde su lado oscuro, sin medir las consecuencias y justificando sus acciones, bajo el disfraz del beneficio y la bondad hacia los demás.
Las personas crueles suelen manifestar esta calidad de ser ante personas que perciben más débiles o indefensas, por lo general la crueldad viene acompañada de un sentimiento de superioridad, de sentirse más o mejores de quienes le rodean, de una necesidad de poder y control y una necesidad imperiosa de imponer su voluntad.
La cobardía es madre de la crueldad. ― Montesquieu
 Quienes poseen estas características pueden asegurar que le están haciendo un favor a quienes se cruzan por su camino, pueden desmoralizar la vida de muchos, pueden cortar alas sigilosamente sin siquiera verse salpicados, son especialistas desmotivando, apagando sueños, hiriendo, lastimando y llenando corazones de desesperanza.
La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada, apenas oportunidad. ― George Elliot
 Las víctimas que más se ven afectadas por este tipo de personas, paradójicamente, son aquellas con las que tienen un vínculo afectivo más fuerte, bien sea de padres a hijos, de pareja o de cualquier tipo que demande una relación cercana, aunque sus dosis de crueldad pueden ser dejadas a su paso a discreción y con el pleno convencimiento de que están haciendo el bien por doquier.
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Este tipo de personas puede inclusive hacer ver y peor aún, sentir a sus víctimas como sus victimarios, teniendo una habilidad extrema para librarse de responsabilidad y culpabilizar a otros. Es importante, como en cualquier tipo de maltrato, preservar la integridad de la víctima, procurando si es preciso marcar la distancia y procurar poner en evidencia su conducta para quien maltrata de esta manera, a fin de colaborar con lo que para ella está en su campo ciego.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

CAUSAS DEL MACHISMO

"Una de las razones por las cuales a las mujeres nos cuesta dejar las relaciones en las que no nos sentimos amadas o en las que sufrimos malos tratos es porque cuando nos enamoramos de un hombre, conectamos con el niño asustado que hay en su interior.

Tenemos tanta capacidad para la empatía, que confundimos el amor de pareja con el maternal y queremos ayudar a ese niño inocente a superar sus traumas y sus carencias. Creo que a muchas nos da ternura la fragilidad de la masculinidad patriarcal: de alguna forma nos compadecemos de sus miedos, de todo lo que le ha tocado sufrir para llegar a ser un macho, de su incapacidad para mostrar afecto, de su falta de habilidades para gestionar sus emociones, de su torpeza a la hora de resolver conflictos, de sus problemas con la autoestima y el Ego. 

Justificamos su machismo pensando que sufrió tanta violencia ese niño pequeño e indefenso, que es "normal" que la reproduzca y la vuelque sobre nosotras. Nos da por pensar que él sufre siendo violento, pero creemos que el pobrecito no puede evitarlo. Nos consolamos pensando que nuestro amor lo curará, que nosotras somos muy fuertes y podemos ayudarle a cambiar, que cuando logre conectar con su niño interior se liberará del machismo como por arte de magia. Creemos que los hombres machistas son buenas personas y que no nos hacen daño por placer, sino porque los pobrecitos son hombres, y los hombres son así, muy limitados, violentos e inseguros. Creo que por eso muchas veces nos ponemos condescendientes cuando quieren ser el centro de nuestras vidas, cuando exigen toda la atención, cuando piden a gritos una entrega total e incondicional por nuestra parte. Sabemos que necesitan sentirse poderosos e importantes, así que muchas veces les hacemos creer que lo son, para aliviar un poco ese complejo de inferioridad y superioridad que les hace ser tan dominantes e inseguros. Bueno, esto es una trampa mortal para nosotras: el niño mutilado no se va a curar, el hombre violento no se va a transformar en una buena persona sólo con nuestro amor. Los hombres tienen que trabajarse sus masculinidades patriarcales, sus traumas y sus miedos, su machismo y su violencia, su discapacidad emocional su necesidad de dominar, su necesidad de tener al lado una esposa-madre-criada leal que les aguante y les sostenga. 

Y nosotras tenemos que tener claro que nos merecemos compañeros que nos sepan querer bien. Tenemos que dejar de ser tan comprensivas, poner la atención en nosotras, y conectar con la niña que llevamos dentro para protegerla de esos niños violentos e inseguros. ¿Por que si no la cuidas tú, quien va a cuidarla? No permitas que ningún hombre machista le haga daño, que destroce su autoestima, que se aproveche de ella y de su capacidad para amar. Esa niña que tienes dentro somos todas: cuando la cuidas a ella, nos cuidas a todas. Cuando tú te liberas, nos liberamos todas."

Coral Herrera Gómez

jueves, 26 de septiembre de 2019

HUÍDA AL BOSQUE

Una tarde, estaba sentada en una silla de mi recámara y poco a poco mi cuerpo se convirtió en espíritu. La transformación fue lenta y sabía lo qué me estaba sucediendo. Simplemente sabía... Primero fue la punta de los dedos de las manos y pies, después el cuerpo hasta llegar a la cabeza. Me invadían puntitos luminosos que brillaban de manera intermitente, a la vez que mi cuerpo se convertía en algo casi translúcido con tonos delicados y suaves. Era ingrávida y podía flotar... Al darme cuenta, feliz ¡me salí por la ventana! y me dejé llevar por el viento muy arriba, sobre las nubes. Crucé ciudades, campos y ríos. De repente el viento amainó, dejándome en un bosque de abetos y pinos. Para entonces era medianoche.

Sin dudarlo, decidí quedarme a vivir ahí. Me elaboré un vestido largo con agujas de oyamel muy fragantes de un verde intenso. Recogí musgo que crecía en abundancia encima de las piedras y me hice un abrigo verde claro; grueso, pero ligero. Para rematar, me hice una bufanda de un heno gris que colgaba de los árboles. ¡Mi atuendo vegetal era encantador y aromático! Una luciérnaga se posó en mi dedo anular y fue ¡el anillo más bello que podía haber imaginado!

Me senté, a mis anchas, sobre una rama altísima de un viejo pino y me recargué en su tronco rugoso. Sentí cómo mi cuerpo se reencontraba con seres vegetales y animales que siempre habían sido afines a mí. Vi el cielo con sus brillantes 
estrellas y me sentí libre.


EL AGUA NO ME DIJO NADA...

El agua no me dijo nada, ni tu nombre ni quien eras. Sólo que cruzabas un puente en la oscuridad con una lámpara de papel en tus manos. Protegías la flama de la vela porque si se extinguiera, lo mismo pasaría con tus anhelos. Estabas en mis sueños, presente como un mantra repetido mil veces, y desde ahí te miraba aunque sabía que tu lenguaje y tu tiempo eran diferentes a los míos.

Sobre el agua, flotaban las hojas de los lotos con algunas flores blancas. Sabes bien que soy una mujer a la que sus ensoñaciones le dan la vida. Te llamé tres veces con la mente, y el aire se llenó de música. Esa noche sentí cómo tu dedo índice tocaba mi frente desvelada.

viernes, 11 de enero de 2019

ECHAR CULPAS

Una característica de una persona con madurez emocional reconoce sus errores y aprende de ellos, y por ende los corrige y asume las consecuencias. Los niños generalmente cuando hacen algo indebido le achacan la culpa a su hermano o amigo, o a quien pueden. Esto es normal en los niños, pero en un adulto sensato si sucede esto, lo que denota es un cierto grado de retraso... Lo que sucede, es que la verdad cuando sale, ya no logran taparla, y lo único que hacen es el ridículo porque ya nadie les cree.
Angélica Lumen