sábado, 28 de abril de 2018

ABRAZO


LA CATARINA

Hoy en la tarde, afuera de un centro comercial y frente a un eje vial, una catarina roja con sus puntitos negros (así como  casi todas las catarinas), se posó sobre mis dedos. Había que cuidar a esa pequeña criatura. La tomé en mi mano ahuecada, pues no quería que estuviera entre los autos, el ruido y el tránsito. Me la llevé conmigo en el Uber que me habían pedido. Vacié unas peras de su bolsa, la metí ahí y tuvo aire suficiente. Me sentí como creí que ella se sentía: con ganas de que alguien me salvara. Tal vez no fue accidental que me eligiera. El prodigio sucedió pronto. Llegué a los condominios donde vivo y me metí a un jardín muy amplio con muchas plantas silvestres. La deposité con veneración sobre una hoja. Abrió maravillosamente las dos partes duras y diminutas que cubren su cuerpo, rojas y punteadas que protegen sus alas suaves, las estiró y voló. Tal vez no encuentre una pareja catarina, pero tiene libertad y cierta seguridad. Cuando soy protagonista (¿o la catarina es la protagonista?), puedo asegurar que mi vida tiene sentido en esos momentos y me siento completamente feliz, fuera de esa batalla mediática y pedestre de los partidos políticos que es parte de lo que me disgusta. Quiero que mi vida esté junto a los seres que adoro: los seres humanos buenos y amorosos, los animales y las plantas.


viernes, 27 de abril de 2018

ENGENDRO FEMENINO


Aparece de nuevo en mi vida como una arpía. Mujer narcisista que estuvo cerca de mi en la infancia y desde entonces me di cuenta que jamás sería una amiga. Aprovechada y dominante. Poniéndome siempre un pie encima. ¿Amiga? Eso lo conocí después con Laura, que me dio mucho más de lo que esperaba. Esa era y es amistad, incluso la superaba. Borró aquel remedo de amiga. 

Muchísimos años después, el engendro femenino y yo nos encontramos de nuevo. Al principio parecía más humana, pero esta fantasía se desvaneció muy pronto. No tardó la relación asimétrica. Estoy con ella por una necesidad económica. La grosería y la humillación son sus recursos si alguien se sale de su centro. Vive en su perpetua vanagloria, fantaseada por ella y obsesionada con que la ovacionemos en sus faramallas públicas. 

Recuerda: "Cuidado con lo que toleras, le estás enseñando a la gente como tratarte", eso leí.  Le escribí al final de un correo que de verdad, prefiero perder el trabajo a sentirme tratada nuevamente de esa manera: lo tengo muy claro. Su respuesta fue despectiva. Mejor. Así tengo la seguridad de que dejaré ese trabajo apenas termine mi contrato.

Estos últimos meses no puedo liberarme, sólo alejarme lo más posible emocionalmente. Sé lo destructiva que es cuando tiene a alguien en sus manos. Aprenderé lo que me ha costado tanto trabajo: a defenderme, a crear una barrera invisible entre ella y yo. 


martes, 24 de abril de 2018

Reflexión catártica, con especial dedicatoria



Cuando las personas son infelices recurren a la doble moral. La frustración, la envidia y su lamentable realidad las lleva a juzgar la vida de los demás, con aberrante incongruencia juzgan decisiones de vida de propios y ajenos, olvidando selectivamente sus propias decisiones: infidelidades, relaciones con personas casadas y otras más, lo que no se dan cuenta es que a menudo los juicios dicen más de quien juzga que de lo que se juzga.

Yolanda Zárate