viernes, 14 de abril de 2017

HOSPITAL GENERAL

Ya no escribo. Todo es insípido. A menos que escriba las historias que escucho de otras personas cuando espero mi turno, a veces de pie formando una fila, en el Hospital General de México. Nada grave, pero necesario. Muchas esperas, confusiones burocracias. Soy más frágil: son más años.

No hubo jubilación o pensión. El dinero apenas me alcanza. Me he valido de huéspedes en mi departamento. Incómodo: un solo baño. El último fue un chapucero.

Sólo estas noches tranquilas al lado de mis perros y mi gato. Saber que aún respiro. Me alegra una pequeña flor en mi camino. Me conmuevo ante la inocencia o ante una amabilidad, como aquella del joven en el metro, que hizo que llorara todo el camino hacia el hospital.

Ya no soy la que fui. Mi energía aminora y me da igual si este texto queda lindo o está escrito con letras negras predeterminadas.