viernes, 8 de junio de 2012

R. S.

LA NOCHE ETERNA

Para Rudiger Säfranski (seudónimo)


Viniste a cobijarme con rayitos de sol. No me sentí fantasma como en una época relativamente reciente... En contraste, contigo mi ser tomó consistencia de mujer que acompañé con una sonrisa. Todo se volvió festivo porque fue el tiempo para la compañía y la aceptación. Somos nuestros actos solamente; o más bien, como dice Damaris: "el único lenguaje verdadero es el del cuerpo" que sabe acoger o rechazar a la otra persona. Esa noche, esa sóla noche fui la Cenicienta del viejo cuento que al otro día regresó a su cotidianeidad, contenta por lo vivido y porque nadie vendría a entregarme una incómoda y falsa zapatilla de cristal.

Gracias por darme azúcar sin empalagarme con estúpidas mentiras y sobre todo, por mostrame un camino que desconocía.