domingo, 16 de diciembre de 2012

AROMAS



CRÓNICA DE AROMAS DE HIERBAS Y FLORES



Primero he de expresar que me gustan los nombres de las plantas. El sonido de cada palabra vegetal me trae cada uno de sus aromas. Entre  éstos,  recuerdo la madreselva y el huele de noche, que he plantado en los jardines. Para las plantas no hay misterio: atraen a los insectos para favorecer su polinización, supongo. Para mí hay un misterio: algo espiritual y atrayente en las plantas y sus aromas. Hoy el misterio crece por que son las 4:30 de la mañana y tal vez esta hora es favorable para que ronden los espíritus invisibles de los muertos a quienes he querido.



Cuando llevo a pasear a los perros busco en un seto las flores secas de santa maría; tomo las semillas en mis manos y aspiro su fragancia, al llegar frente al jardín que está frente a mi ventana les disperso cerca de la tierra ente las otras plantas; han germinado y en varios lugares se notan sus racimos de flores como pequeñas margaritas.



Últimamente fue el aroma de la citronella lo que acaparó mi atención, la de Consuelo, la de Fernando y la de Raquel. En aromaterapia dicen que da paz; además sus aceites esenciales ahuyentan a los mosquitos. Consuelo pone todas las noches entre sus sábanas y ante la frescura del aroma comenta que le es muy agradable conciliar el sueño. Cuando viene Fernando, pongo el aroma en la cama de las estrellas y las mariposas (como nosotros le llamamos). A veces lo he cubierto con hojas de hierbabuena.



Tengo un aceite de limón que se difunde al insertar, dentro el frasco transparente once varas de bambú (número ritual) con sus extremos hacia el exterior. Parece que un limonero en flor creciera en la recámara.



Mascamos semillas de cardamomo que refrescan nuestro aliento. También varitas de orozuz o regaliz (que es exactamente lo mismo) para los mismos propósitos. En un puesto de hierbas y cosas de brujería del Mercado de Coyoacán se consiguen.    



Jerónimo hizo una fuerte esencia de canela y la roció en mi departamento. Los vecinos sintieron el aroma hasta el pasillo y llamó su atención. "¿De dónde sacaste ese olor que duró días y días"?



El aceite de flor de monoï de Tahití lo uso para dar masaje. El aceite se calienta en contacto con mis manos y se expande. Los sentidos cambian de dimensión.



Me baño con jabón de frambuesa cuando la economía lo permite y es uno de mis lujos. Me relajo y deleito entre el agua, el aroma y el vapor.




A veces el ambiente no es tan poético y evocador y es cuando mi entorno huele a perro, que asocio con cariño y que nada tiene que ver con los encantos de las plantas.