Me dijiste que te ayudaba a ser una persona más buena.
Disipaste la niebla de mi alrededor,
me diste un beso en la piel, encima del corazón,
me trataste como a una reina;
cuando tropecé, me ayudaste a levantarme
como si se tratara de una figura de porcelana:
con delicadeza y cuidado.
Me abrazaste como nadie, como nunca.
En tu cuerpo me escondo, a la vez que me descubro.