jueves, 14 de febrero de 2013

RUIZ

Me encantó este cuento breve que tiene un leve aire de la película Spider y también porque el niño, de manera símbólica, se cura a sí mismo. Es del escritor mexicano Bernardo Ruiz, que alguna vez tuve la suerte de entrevistar. 



PARA ESTA NOCHE


Para Pablo Javier

Un niño tiene terrores nocturnos. Despierta angustiado, gritando, con la respiración apresurada. Sus ojos, abiertos, contemplan una visión inaccesible para los demás.

—Eso no tiene cura —afirma la nana. Y la vieja cuenta cien historias de apariciones.

La madre insiste en llevarlo con una bruja. El ritual para alejar los malos espíritus divierte al niño, quien esa noche despierta gritando que una manada de lobos se le viene encima.

El padre lleva al niño con un psicólogo. Éste le echa la culpa al hombre: “Es la castración, de su imagen tiene miedo el niño”. Padre se preocupa y entristece. El niño sueña con un lobo grande como un búfalo.

Intermitentes, los sueños se manifiestan durante las semanas siguientes.

Una tarde el niño encuentra un sedal de cáñamo. Prueba su flexibilidad, su resistencia. Pacientemente anuda un extremo en la pata de una silla, comprueba su solidez y comienza a tejer, valiéndose de cada saliente de todo objeto, una confusa, multidimensional tela de araña que va desde la silla hasta la chapa de la puerta, a la mesa, a la ventana, al escritorio, a otra silla, a la primera silla, a la manivela de una antiguo teléfono inservible; en fin, a través de todos los espacios y niveles posibles.

—¿Qué haces? —pregunta el padre.

—Un atrape— responde el niño mientras concluye el nudo final.

—¿Un atrape?

—Sí, un atrape, una trampa para lobos —se extraña el niño ante la ignorancia del adulto, quien se sonríe de su propia estupidez.

Ésa y las sucesivas noches el niño duerme tranquilo.