Mi sensación es que lo bonito se volvió feo. Así, simplemente. Sobre todo en el trabajo. La libertad se volvió jaula. ¿Sirvió mi decisión? Es como si el absurdo se metiera a mis entrañas. En mis proyectos el sentido se perdió: mucho relumbrón tecnólogico acompañado por contenidos pobres. El poco espacio de creatividad está a la venta porque es necesario. Esas se han vuelto las reglas del juego. ¿Quiero seguir en esta dinámica? No, pero no tengo opción.
La libertad, ¿dónde estará? En una bruma oscura y pegajosa que se llama "deber ser".
Siento el atardecer y el día laboral termina. Pronto dejaré la oficina para ir a donde está lo mío. Tengo una esperanza que ni la menciono, para que no se desvanezca. Me voy.