domingo, 14 de agosto de 2011


EL AMANTE DE LA CHINA DEL NORTE

(De mi otro blog: Liquidambar, 24 de octubre del 2010)

Hoy desperté recordando el maravilloso erotismo sugerido en el libro El amante de la China del Norte de Marguerite Duras, obra hermosamente narrada como sólo ella podría hacerlo. ¿Autobiográfica?, he leído que sí. Tiempo después, la película de Jean Jacques Annaud que sólo se llamó El amante, magnífica también: otra muestra de seduccción y de arte erótico. Aclaro lugar y fecha de la historia: Indochina Francesa, 1930. Recordé dos escenas de la película que me dejarón una profunda huella, tanto estética como pasional. La primera, es el beso espontáneo e intensísimo que la niña deja, desde el exterior, sobre el vidrio del auto de quien será su amante. Lo describo tal y como aparece en el libro, con esas frases cortas y contundentes características de la autora:

Tal vez ella dude de que deba hacerlo o tal vez no sepa que ha atravesado ya el espacio de la calle que los separa.
No se mueve al principio.
Va lentamente hacia él detrás del cristal.
Se queda allí.
Se miran muy rápido, el tiempo de ver, de haberse visto.
El coche está en sentido contrario al camino de ella. Ella apoya su mano en el cristal. Luego aparta la mano y apoya la boca en el cristal, besa allí, deja su boca allí. Sus ojos están cerrados como en las películas.
Es como si hubiera hecho el amor en la calle, había dicho ella.
Igualmente fuerte.
El chino había mirado.
A su vez había bajado los ojos.
Muerto del deseo por una niña.

La niña había vuelto a atravesar la calle.
Sin girarse había retomado el camino del liceo.
Había oído el coche marcharse sin hacer ruido por una carretera como de terciopelo, nocturna.

Nunca en los meses que siguieron, hablaron del espantoso dolor de aquel deseo.

(Después de ser amantes, tal vez por meses, se separan y él se casa en un matrimonio tradicional chino arreglado por su familia. Ella lo mira desde lejos. Pasa poco tiempo y ella sale en un trasatlántico de Indochina hacia Francia). Segunda escena que me encanta, textualmente de M. Duras:

Muchos años después de la guerra, el hambre, los muertos, los campos, los matrimonios, las separaciones, los libros, la política, el comunismo, él había llamado. Soy yo. Por la voz, ella lo había reconocido. Sólo quería oír su voz. Ella había dicho: Buenos días. Él tenía miedo como antes, de todo. Su voz había temblado, es entonces cuando ella reconoció el acento de la China del Norte.

La película termina con esa escena... A mí, como espectadora, esa llamada final por teléfono, me lleva de golpe al enorme amor y erotismo que aún está vivo, irremediablemente, con un dejo de nostalgia. ¿Puede considerarse un amor inacabado por no haber terminado convencionalemente? Considero que no, y para mi ahí reside su magia y su encanto: en lo aparentemente inconcluso, que flota y se extiende, y deja su presencia e intensidad en el intemporal imaginario.

Conversación en un restaurant entre el chino y la niña:
http://www.youtube.com/watch?v=cIncCapnb5k

Encuentro y parte final (hermosísima):
http://www.youtube.com/watch?v=cIncCapnb5k

Parte final (con la voz de Simone Signoret: hermosísimo)
http://www.youtube.com/watch?v=anh5e3enb4k