viernes, 25 de noviembre de 2011


Una noche sucedió un prodigio. Una estrella se desprendió del cielo y cayó sobre tierra fértil. Germinó con la humedad del rocío. Primero surgieron pequeñas ramas y después una planta que se convirtió en arbusto y finalmente en un árbol cargado de estrellas.

Sólo pueden verlo aquellos que creen que su alma los abandona en sueños para buscar lo que añora. Pueden verlo los que la imaginación se les desborda, como a tí, Mercedes. Tu alma y muchas más, vagan hasta las regiones más lejanas y desconocidas para encontrarse con el árbol prodigioso.