sábado, 10 de diciembre de 2011

RETRATO DE UN AGRAVIO

¿Cómo fue posible haber confundido lo inconfundible y después convertirlo en un agravio? ¿Cómo pudo haber tal carencia de solidaridad de género?
¡Cuánta, pero cuánta soberbia y arrogancia puede existir en una persona!

Antes, mis opiniones se habían quedado suspendidas en el aire. Hoy me deshice de la mordaza.


¡Qué fácil fue haberme juzgado y condenado a la ligera
! ¡Cuánta especulación sin prueba alguna! Quiero reproducir el siguiente texto que escribí acerca de la diferencia entre el DOLOR y la LOCURA. Nadie podrá imaginarse nunca --ni lejanamente-- lo que otra persona guarda en su interior. El sentir ajeno, por más que se describa o se intuya, es intransferible.

DOLOR O LOCURA

Muchas veces en mi vida he muerto de dolor. Lo curioso es que alguna vez confundieron mi dolor con locura. Nunca he estado loca: sólo he estado muerta en vida, que es otra cosa. He bajado a los abismos y después he subido de nuevo al nivel del mar o tal vez más alto, viva otra vez. He muerto y renacido; he sido una y me he convertido en otra, en el intento de dejar atrás lo que me mató.

Conozco el dolor que desgarra, que hiere y que desangra. Sé lo que es vivir el desamor y el abandono; pero loca no, loca nunca. Tampoco me faltó ética, aunque me hayan acusado sin fundamentos. Soy una persona contestataria, pero siempre una dama.

Después de haber estado ensangrentada sobre el piso, me he erguido sobre mis pies. Me he doblado, pero no me he roto. Sigo adelante con mi mente lúcida y con una valentía que me enorgullece. He estado encerrada dentro de diferentes ataúdes y algunas personas han llorado por mi. Sólo mis amigos, siempre mis amigos.

¿Loca?, ¿se puede estar loca de lucidez? No lo creo. Se puede estar muerta de dolor, eso sí.

P. D. En el pasado, yo misma curé mis heridas, que eran muchas...
Algunas tuve que coserlas con hilo de cáñamo para que cicatrizaran. La aguja penetraba por la piel con cada puntada... Ya no me duelen, pero puedo mirar las cicatrices y recorrerlas con los dedos... Como bien dijo mi amigo Víctor cuando le platiqué una parte de mi vida y le expresé mi sentir de ahora: ¿será que el tiempo termina endureciéndonos?

Nota: Foto con cambios, que destaca los ojos y cambia el color.